Skip to content Skip to footer

Manuel Rodríguez E.

Manuel Xavier Rodríguez Erdoiza

(1785-1814)

Hijo de don Carlos Rodríguez de Herrera, Administrador General de la Aduana de Santiago, y de doña Loreto Erdoiza y Aguirre, nació el 25 de febrero del año 1785.

A la edad de 11 años fue matriculado en el Colegio Convictorio de San Carlos, desde sus primeros años como estudiante demostró capacidad intelectual, clara y brillante inteligencia. Por esa época tenía de compañero de estudios a José Miguel Carrera, su amigo inseparable de la infancia.  En 1799 Manuel Rodríguez estudiaba en la Universidad de San Felipe, y en 1809 cuando Don José Miguel Carrera se encontraba en España, Manuel Rodríguez obtenía su título de abogado después de haber rendido un brillante examen. Posteriormente Manuel Rodríguez de mayo de 1811, es nombrado Procurador. Desempeñando en este Cargo, fue notificado de su destitución por sus actuaciones políticas.

Llegado Don José Miguel Carrera a Santiago, el 29 de Julio de 1811, Rodríguez se asoció al Movimiento Revolucionario, que triunfó el 4 de septiembre del mismo año, derrotando a los timoratos que no se decidían a luchar abiertamente por la Independencia de Chile.

Rodríguez fue elegido diputado por Santiago el 9 de octubre y Secretario de Carrera, el 2 de diciembre de 1811. En varias situaciones estuvo Rodríguez cooperando hasta 1813 con Carrera.

Cuando se tuvo la noticia de la invasión por el Sur, de tropas enviadas por el Virrey del Perú, Carrera, partió al frente de las tropas para defender la libertad de Chile. Después de su retirada del frente de Chillán, se nombra al mando de las tropas a O’Higgins.

El día 23 de Julio de 1813, apoyado por el pueblo Carrera derrocó a De la Lastra y nuevamente en el Gobierno, invita a su amigo Rodríguez, nombrándolo Secretario General de Gobierno en los ramos de Gobernación y Hacienda.

Después del desastre de Rancagua, de vuelta a Santiago, Carrera, Rodríguez, el vocal Uribe y otros cuantos chilenos más se dedicaron a destruir lo que pudiera ser utilizado por las fuerzas invasoras y tomaron camino a Los Andes para internarse por la cordillera hacia Mendoza, siendo los últimos en abandonar el suelo patrio y dando la última batalla en la Ladera de los Papeles.

El 16 de octubre de 1814, llegaron a Mendoza donde ya habían sido indispuestos ante el General San Martín.

En junio de 1815, San Martín lo hizo comparecer a su presencia y le conversó de su plan para entrar a Chile. El plan se puso en marcha y Rodríguez fue apresado y llevado a la cárcel. Esto tenía como objetivo que, en Chile, Marcó del Pont, San Bruno y otros que fueron informados de lo ocurrido con Rodríguez, supusieron su muerte por carrerino.

A San Martín no le cabía duda alguna de que su elección era un gran acierto, Rodríguez era el guerrillero nato que representaba mejor que nadie el espíritu de chilenidad. Él era el caudillo que levantaría a las masas populares y el espíritu de sus compatriotas que sufrían la persecución de los españoles.

A fines de 1815 en plena noche, Rodríguez fue puesto camino a Chile en la ruta de Villavicencio, donde le esperaba un guía con mulas cuyanas, comestibles, armas, abrigos, aguardiente, dinero y una carta que le decía: “Deseándole éxito en su gira, su misión es delicada y peligrosa” … En su caminar ubicó un arriero que lo guío y acompaño hasta el lado chileno, con el que hizo una muy buena amistad.  Este baqueano fue quien después llevaba los mensajes del caudillo o lo acompañaba en las travesías que hacía a Mendoza por el famoso sendero secreto.

A principios del año 1816, Rodríguez tenía insurreccionado Santiago y el Sur. Motivo de esta situación fue perseguido en forma despiadada. Nadie podía apresarlo en medio de tantos disfraces que usaba. La popularidad de Rodríguez crecía día a día. Era el caudillo indiscutido, nadie lo delataba. En el año 1816 empieza el levantamiento total y la gran acción del caudillo, a quien San Martín le debe el 80% del éxito de la travesía de los Andes, tras la independencia de Chile.

Muchas acciones y ataques en el sur lograban tener cada vez más desconcertados a los españoles. El día 12 de enero de 1817 atacó la ciudad de San Fernando; pero esta vez Rodríguez fue ayudado por los hacendados carrerinos.

El glorioso día de la batalla de Chacabuco, 12 de febrero de 1817, Rodríguez vuelve a tomarse San Fernando y establece ahí su Cuartel General.   Es gracias a Rodríguez, indiscutiblemente, que el Ejército Libertador de San Martín tuvo fácil acceso a Chile, debido a la desmoralización y división de las fuerzas realistas.

El 15 de febrero de 1817, Rodríguez recibe de San Martín una nota, en que le pide colaboración para atacar a los realistas que huían por el camino de la costa hacia Concepción. Se encargó de los realistas que se fugaban con sus mulas cargadas de platerías y oro en monedas. En los caminos eran laceados, saqueados y muertos por los montoneros que se repartían el botín.                                                                                  

También se persiguió a los criollos que no dieron ayuda cuando les fue solicitada para la lucha por la libertad de la Patria. O’Higgins recibe cientos de quejas sobre los abusos que se venían perpetrando, y azuzado por los oficiales argentinos, ordena que traigan detenido a Rodríguez, que ya había perdido sus simpatías.  Llevado a presencia de O’Higgins, éste lo recibe secamente y le dice: “Usted es perjudicial para Chile, váyase a los Estados Unidos o a Europa. Le darán tres mil pesos y además otros mil anualmente.  Rodríguez no aceptó. Irritado O’Higgins dio orden de que lo llevaran preso a Valparaíso con orden de embarcarlo en el primer barco que partiera con ese rumbo. Pese a las seguridades y precauciones tomadas, Rodríguez, se fugó de la prisión y apareció en Santiago en casa del General San Martín.  Oídos todos los cargos, San Martín le ofreció interceder por él, con fecha 18 de mayo de 1817, escribía a O’Higgins y le pide dejar sin efecto la medida tomada contra don Manuel y quede libre.

San Martín en su afán de deshacerse de Rodríguez le ofrece el “honroso cargo” de diputado en Buenos Aires, al que Rodríguez declinó. En agosto de 1817 con la aprobación de O’Higgins se intenta embarcarlo con destino a la India, lo que tampoco resulta.

Ya en marzo de 1818, cuando se sabe en Santiago, la noticia de que en Cancha Rayada habían sido derrotados los patriotas, Rodríguez en vez de huir hacia Argentina, trató de reorganizar los restos de las tropas.       El día 23 de marzo un populacho invade a viva fuerza el Palacio, y exigen que el poder Ejecutivo sea desempeñado por Rodríguez y De la Cruz. Rodríguez partió a los caminos y en la Cañadilla se encontró con carretas, coches, jinetes y burros cargados tratando nuevamente de emprender la huida a Mendoza. Los detiene gritando su frase “¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!”

El Guerrillero empezó a entregar armas al pueblo, las que retira de la Maestranza del Ejército y organiza los famosos Húsares de la Muerte.  O’Higgins el 24 de marzo herido en un brazo y con fiebre alta, lo encuentra en Rancagua y es avisado de lo que está ocurriendo.

El 25 de marzo de 1818 llega del Sur del país don José de San Martín y empieza a dar órdenes; prepara trincheras, redobla el trabajo en la Maestranza de Ejército.                                        

En la batalla final en Maipú el ejército realista a cargo del General don Mariano Osorio saca la peor parte. El general español Ordoñez ordenó la retirada; pero fueron atacados tan violentamente por los patriotas que los derrotaron ese glorioso 5 de abril de 1818, para sellar definitivamente la Independencia de Chile.         

El fusilamiento criminal, en Mendoza, de Luis y Juan José Carrera, enardeció al pueblo cuando se supo que el día 8 de abril de 1818 habían sido ejecutados. El 17, se comisionan a prestigiosos vecinos para ir a conversar con O’Higgins. El pueblo que quería saber luego el resultado, se introdujo a viva fuerza al primer patio del Palacio de Gobierno, y en medio de ellos don Manuel Rodríguez.  O’Higgins indignado dio orden de arrestar al Guerrillero, quien fue tomado y llevado al Cuarte de la calle San Pablo. Se le acusaba de no haber dado cumplimiento a la disolución del Regimiento de los Húsares de la Muerte y devolución de las armas.  Manuel Rodríguez ante el Fiscal aclaró estos y otros cargos injustos, se le mantuvo retenido en el Cuartel de Cazadores.

El 25 de mayo de 1818, tuvo una gran sorpresa al ser notificado de que se preparara para el viaje que iba a emprender el regimiento a Quillota. Pronto su asombro fue grande cuando observó que tan solo era un batallón el que salía. Marcharon en dirección a Colina. En el trayecto volvió a inquietarse cuando comprobó que ningún hombre de tropa se le acercaba.

De madrugada, el 26 de mayo, después de un descanso, se continuó la marcha hacia Polpaico y ya en las cercanías de Tiltil, el oficial español Antonio Navarro, en un momento de descuido de Rodríguez, le dispara a quemarropa en la garganta.                                                                                      

Cayendo el guerrillero pesadamente de su caballo, bañado en sangre y moribundo, Navarro se le acercó con dos soldados y le dio un culatazo para re matarlo, partiéndole el cráneo. El cadáver fue arrastrado, dejando un reguero de sangre y botado en un cementerio de indios con su rostro mirando al cielo. Después de haber cumplido su infame cometido, el batallón siguió su marcha a Quillota.

El día 1° de junio de 1818, tres personas altivas, en plena noche recogieron los despojos del mártir de la Independencia y le dieron sepultura en la capilla del pueblo de Tiltil.

Pasaron los años y el día 10 de junio de 1894 sus restos fueron trasladados al Cementerio General de Santiago. Para el primer Centenario de la Independencia, en 1910, el glorioso Ejército de Chile rindió honores a esas gloriosas cenizas y quedaron en un hermoso mausoleo.